Mentalmente le di las gracias a Molly por convencerme de empezar a tomar la píldora hacía cuatro meses.

—Ahora estás saliendo con alguien y los condones no son cien por cien seguros —había insistido.

Saliendo con alguien… Era el único chico con el que había salido desde que me mudé a Manhattan y había sido un desastre. Resultó ser un completo imbécil, pero por suerte me di cuenta antes de acostarme con él. Aun así, seguía tomando la píldora.

Me esforcé por no estremecerme al oír a Dominic soltar un suspiro de alivio.

Tanto pánico, pensé con pesimismo. Al parecer, la idea de tener un hijo con una mujer como yo era demasiado horrible para que la comprendiera.

Recogí mis platos con naturalidad y me dirigí al fregadero. «No hay de qué preocuparse, señor. Fue un arrebato. Ninguno de los dos esperábamos lo que pasó».

Me giré para mirarlo, dispuesta a excusarme, pero eso no parecía posible. Dominic se aclaró la garganta, cambiando de postura con incomodidad. «De acuerdo. Bueno… sí…»

Se aclar