ALEENA
Desperté dolorido.
Ya había despertado así antes, pero los recuerdos no se parecían en nada a esto. Aquella vez, me inundaron la vergüenza, la miseria y el arrepentimiento.
¿Esta vez?
Solo había… melancolía.
Anoche había sido una fantasía. Un sueño. Algo que probablemente no volvería a suceder, y lo sabía, pero maldita sea si no saborearía esos recuerdos, aunque no me preguntara por la causa.
Su pesadilla.
No pude evitar recordar las cicatrices que vi en Dominic y preguntarme si la pesadilla de anoche era la causa de esas marcas en su cuerpo. Algo lo había marcado, y no solo físicamente.
No pretendo tener una gran intuición, más allá del instinto, pero apostaría todo lo que tengo a que tengo razón.
Anoche, era como otro hombre, atormentado por demonios. Aún puedo ver los ecos de esos demonios en mí. El espejo me mostró la evidencia mientras me vestía, revelando lo que no había visto anoche en mi prisa por esconderme bajo las sábanas.
El chupetón en mi cuello era solo una marca.