7. UN ATENTADO.
Dominico conduce su coche deportivo a una velocidad completamente irresponsable por las calles oscuras de la ciudad.
Él intenta, con toda su fuerza de voluntad, arrancar de su mente la imagen clara y persistente de Diana Benson.
La prometida de su amigo Mikkel se ha incrustado en su alma como una espina venenosa y muy profunda.
No es solo el deseo físico, que él conoce bien; es la rabia inmensa que ella le provoca con su indiferencia.
Ella es el primer acertijo que su dinero y su apellido no han podido resolver de inmediato.
«Ella se ríe de mí, se burla de mi soberbia y de mi poder, pero la haré pagar», piensa Dominico con una furia fría.
La idea de que Mikkel, su amigo, la posea, lo vuelve completamente loco de celos y de gran frustración.
Ese sentimiento, ajeno a su fría existencia, lo muerde con una intensidad que lo hace temblar ahora mismo.
Él acelera más el coche, buscando en la velocidad una forma de silenciar su conciencia por un rato largo.
No nota el sedán negro y s