62. LA VILLANA.
Hoy era el día que Ana Bell esperaba. La primera aparición en público que Alexander Dixon tendría. Al aparecer solo a la gala, ella podría tomar ventaja de aquello.
— Luces espectacular.
La única persona que le seguía dando apoyo a la mujer, era él. El viejo Alberto Fuentes había regresado a la ciudad bajo un nombre falso. Había juntado todos los ahorros que tenía para ponerle una casa hermosa a Ana.
— Siempre —respondió con obviedad.
— Parece —el doctor negó con su cabeza— deben ser cosas mías.
— ¿Qué? ¿Qué ibas a decir? —Ana aún se encontraba maquillándose para aquel evento.
— Parece que realmente intentas gustarle a Alexander. ¿Eso a mí dónde me deja, Ana?
La voz del doctor era triste, estaba claramente dolido. Ana Bell rodó los ojos, realmente se estaba cansando de él, pero era la única persona que aún creía en sus negocios, en ella misma.
— Verónica Cox lo ama a él, creí que ya habíamos aclarado ese tema, more mio. Para hacer que Verónica sufra por lo que