63. FRANCIA.
Él odiaba verla así, pero también sentía que amaba la forma en que su cuerpo tomaba forma. Nunca pensó parecer un tonto por alguien que ni siquiera lo miraba. Las mujeres siempre llegaban a él por montones, pero ninguna como Verónica Cox.
— El arribo es hoy, necesito las unidades —Verónica hablaba por teléfono mientras Antoni la observaba desde la mesa.
La tenía, sabía que se habían hechos cercanos, pero Verónica estaba por descubrir su origen. De hecho, le había dicho días antes;
— Sé que me escondes algo, Antoni. Hay algo en ti que grita mentiras, que lo tengas secreto está bien, solo no me involucres en mas problemas, ya no estoy para líos.
Aquellas palabras las soñaba desde que se lo había dicho, no sabía que hacer. La ciudad y el país en la oscuridad eran de él, pero no podía tener a la mujer frente a él. No podía hacer nada por aquel bebé que ya venía en camino.
— ¡Mikkel dijo una palabra! —Helena salió de la habitación con su pequeño en brazos.
— ¿Qué ha dicho