—¡UNA sola habitación! —exclamó, levantando un dedo acusador hacia el cielo—. ¡Una sola habitación! ¿Quién demonios diseñó esto? ¿Un minimalista demente? ¡Te desprecio, dueño anterior!
Derek se llevó una mano a la boca para que no notara su risa callada, pero estaba a punto de colapsar por dentro.
Ella lo miró. Luego miró la cama. Luego volvió a mirarlo, con gesto evaluador.
—Mmm… ¿Qué te parece si tú duermes en el sofá y yo en la habitación? Nada de andar merodeando por ahí en la noche —advirtió, alzando el índice con autoridad eclesiástica.
—¿Pero… y si me da frío?
—Te dejo una manta. No soy cruel. Solo precavida.
—¿Y si tengo pesadillas?
—Suerte con eso. Yo también tengo las mías —dijo Scarlet, mientras le lanzaba una sábana y una almohada como quien lanza comida a un perro callejero.
—¿Y si tengo insomnio y decido pasear en ropa interior?
—Te dejo afuera con los perros del barrio. En este vecindario de ricos deben ser igual de territoriales que tú.
Derek se dejó caer en el sofá, d