La propuesta de los traidores.
Los guardias la ignoraron deliberadamente. Selene dio un paso adelante, conteniendo la furia; la indignación y el orgullo le ardían en la garganta como fuego líquido.
—Esto es indignante —repitió, más para ella que para ellos—. Pero no me van a humillar.
—¿Quiénes son esos lobos sin manada… huelen feo? —dijo la princesa vampira con un gesto de asco que lo decía todo. Mariska era hermosa en esa manera cruel que solo la eternidad concede; parecía una veinteañera caprichosa, pero llevaba siglos disfrutando de todo lo que quería; por eso despreciaba lo que costaba conseguir.
Aunque ellos estaban lejos, su nariz lo juzgó todo desde la distancia.
—Su alteza —informó su esclava predilecta, inclinándose con sumisión—. Se trata del padre del supremo de los lobos. Ha solicitado audiencia con su señor.
Mariska, sorprendida y juguetona, soltó a la joven de la que se alimentaba y pateó la jaula en la que tenía encerrada a Claudia. La jaula rodó y chocó contra la pared; Claudia gimió. La princesa,