Juego de seducción.
De pie frente a la puerta de su casa, Scarlet entrelazaba los dedos como si así pudiera mantener la compostura, mirando a Derek con nerviosismo, incredulidad y… atracción.
«¿Cómo se supone que se actúa después de aceptar semejante locura? ¿Qué me pasa?», pensaba, porque la Scarlet de hace una semana jamás le habría propuesto a un extraño que fuera su esposo por un año.
¡Y mucho menos habría aceptado darle sexo como quien reparte pavos en Navidad!
«¿Qué pensarían los demás si se enteraran de esto? Estoy perdiendo la cabeza», murmuró para sí, insegura, mientras por momentos el calor le subía al rostro y tenía que desviar la mirada, como si pudiera esconder su vergüenza entre sus cortas pero tupidas pestañas.
—Derek… solo tú, yo… y quizás Zhana sabremos sobre nuestro trato —balbuceó al fin, tragando saliva—. Quiero que para los demás… parezcamos una pareja real. Sin ningún problema.
Derek no respondió de inmediato. Su mirada vagaba con desconfianza hacia la calle, como si esperara que al