Un año de matrimonio… y sexo a plazos.
Scarlet parpadeó como si estuviera hipnotizada, sintiendo una sed repentina y sin sentido.
—Derek… yo no te amo —balbuceó—. No me puedo acostar contigo solo porque sí.
"Ay, Scarlet… ya deja el pudor y móntate en ese potro salvaje", imaginó claramente la voz de Zhana en su cabeza.
«Cállate», gritó Scarlet internamente antes de aplastar los labios para no reír como loca. No podía creer que pudiera imaginar lo que diría Zhana, su amiga promiscua y graciosa era como un virus que daña cerebro.
—No te estoy pidiendo que lo hagas así sin más —le dijo Derek con un tono travieso, deslizando sus dedos por su mejilla—. Solo te pido que no pongas trabas. En ese año… quiero ser tu esposo en todos los sentidos. Y si cuando termine… resulta que me amas, no nos divorciamos.
Scarlet lo miró como si le hubieran ofrecido un trato con el diablo… pero envuelto en celofán y con aroma a bosque encantado.
No estaba mal… después de todo, quería ponerle fin a su virginidad, y qué mejor opción que un hombre que