Juego de posesión.
El supremo la levantó con facilidad, obligándola a enroscar las piernas alrededor de su cintura. La pared crujió con el golpe seco de su espalda. El contacto de sus cuerpos era abrasador; cada movimiento suyo la dejaba más atrapada.
—Si me odias… —dijo, con un tono que era casi un gruñido—, demuéstralo. Golpéame, muérdeme… pero no finjas.
Ella lo miró, y por primera vez él le sostuvo la mirada, pero a ver solo vacío en ella la desarmó.
—Derek… yo… —Su frase se ahogó cuando él bajó la cabeza y atrapó uno de sus pechos con la mano, presionando a través de la tela. Su boca volvió a su cuello, bajando lentamente, mordiendo, reclamando cada centímetro.
Scarlet sintió que sus defensas se quebraban, que su cuerpo no le pertenecía… y que la única respuesta que podía darle era un suspiro cargado de rendición y rabia al mismo tiempo.
El agarre de Derek era tan firme que Scarlet sentía cómo cada latido de su corazón se transmitía a través de sus manos.
Sus piernas seguían enroscadas a su cintura