En el corazón de la manada.
Derek la sostuvo entre sus brazos, acariciando con ternura su mejilla. Su mirada se endureció, pero no perdió la calidez cuando respondió:
—Lunita… nosotros los hombres lobo, amamos los bosques, la naturaleza en su forma más pura. Ustedes, los humanos, aman las ciudades, la tecnología y todo lo que brille con modernidad. Lo que no pueden cambiar, lo declaran “recurso público” o “atracción turística”. Si revelara que existe un lugar como este, dejaría de ser sagrado. Se convertiría en un producto para vender al mejor postor, hasta que lo devoren por completo.
Su voz bajó hasta tornarse más grave: —Ese día, ya no seremos vistos como bestias de cuento para asustar a sus niños. Ese día nos verán como una amenaza que debe ser eliminada. Y el odio puro… reemplazará al simple desprecio.
Scarlet tragó saliva y asintió con seriedad, comprendiendo lo que significaba aquella dualidad entre dos mundos que parecían irreconciliables.
Derek, al verla en silencio, sonrió apenas y le tomó la mano co