De súcubo a loba.
—Sí —respondió Derek, y la emoción le encendió la voz—. Tiene toda la lógica. Si mi luna es un ser sobrenatural, entonces puede tomar forma de lobo. Su cuerpo tiene magia…
El brillo en los ojos de Derek contrastaba con la tensión que se le marcaba a Selene en la mandíbula. Ella apretaba los puños y rechinaba los dientes, sofocada por una rabia que hervía más fuerte que el asombro de los demás.
«¡Imbéciles!», pensaba. Porque ella sabía lo que nadie allí, sabía que el único ser incapaz de transformarse en lobo, aparte de los humanos, era un súcubo. Ya que los súcubos eran oscuridad absoluta, corrupción pura, un cien por cien de tinieblas.
«Nadie puede enterarse de que esta maldita no es un súcubo». Le llenaba de envidia que todos miraban a Scarlet con fascinación, como si fuera un milagro, como si no fueran los mismos que tres minutos atrás pedían su cabeza. Eso la destrozaba.
Ester, en cambio, estaba perdida. Quería correr hacia Scarlet, levantarla de allí, pero Ana la detenía con fi