Arrepentimiento.
Scarlet no podía creer lo que había escuchado. Ese hombre dulce que la había conquistado con gestos bonitos, frases tiernas y sonrisas que le calentaban el alma… de repente, le pareció aterrador.
Tenía los ojos encendidos como brasas, y los músculos tensos, como si estuviera conteniendo un huracán por dentro.
Quiso preguntarle qué pasaría, pero tan pronto abrió la boca, Derek se giró con brusquedad hacia Lioran.
—¡Avisa a Reiden! —ordenó con voz ronca, como si cada palabra saliera empujada por su rabia—. Que prepare a los mejores soldados. Debemos encontrar a mi suegra. No tengo idea de dónde Mario la habrá llevado, pero vamos a encontrarla… y lo haré pagar. ¡Te juro que lo haré pagar!
—Derek… —intentó intervenir Scarlet, pero él no le dio tiempo. Se volvió hacia ella con una intensidad que le hizo dar un paso atrás sin querer.
—Lunita, te prometo que no regresaré hasta traerte a tu madre. ¡Te lo juro!
Scarlet sintió que el pecho se le encogía. Estaba abrumada, confundida… y antes de