La mirada de Scarlet saltaba entre el hombre que estaba cómodamente sentado en un elegante sofá de cuero negro, y Derek… y, para su propio desconcierto, Derek era aún más guapo que el tipo que ella asumía como el CEO.

¿Cómo era posible? ¿No se suponía que la cima de la cadena alimenticia empresarial también debía ser el más guapo? Pues Derek lo acababa de destronar sin esfuerzo.

Aún con el susto en el cuerpo, caminó con pasos vacilantes hacia el hombre del sofá.

Entrelazó las manos al frente, tratando de parecer formal, aunque por dentro quería derretirse de la vergüenza.

—Disculpe, jefe... me dijeron que me buscaba —murmuró casi inaudible, evitando por completo mirar a Derek, aunque la duda le latía detrás de los ojos como un tambor.

Lioran se levantó de inmediato, carraspeando con fuerza para no soltar la carcajada que le hormigueaba en la garganta. Porque, aunque Scarlet no lo sabía, el verdadero CEO estaba siendo olímpicamente ignorado, y eso lo divertía más de lo que debería.

—Lo