Cuidado con la gata que trepa.
—Sí, Scarlet. El CEO. Ese jefe que no saluda a nadie, que camina por los pasillos como si flotara sobre oro... y ahora, de la nada, quiere hablar contigo. ¿Por qué será? —La voz de Claudia destilaba veneno con cada sílaba—. Solo te recuerdo algo: tú debes darle reportes a Leo. Él es tu jefe directo. No sé cómo conociste al director ejecutivo, ni quiero imaginar qué hiciste para llamar su atención, pero no te atrevas a pensar que por ser tan puritana vas a escalar al cielo. A veces las gatas trepan al cogollito, sí… pero cuando caen, ni las siete vidas les alcanzan.
Scarlet se quedó estática. Procesando. Mordiéndose la lengua.
El pasillo entero se congeló. Una tensión electrizante lo invadió todo, como si alguien hubiera desenrollado una mecha.
Zhana, que estaba al fondo organizando unas muestras, levantó la vista, dejó el tubo que tenía entre las manos y caminó sin apuro hasta pararse justo al lado de Scarlet.
—¿Gata trepadora dijiste? —Zhana entrecerró los ojos con una sonrisa veneno