Juanita miró a Lucas, con la boca abierta. El mundo era un lugar pequeño, ¿verdad? Había luchado con uñas y dientes para salvar la vida de esa mujer sin saber que era la tía de su molesto exmarido.
Lucas levantó la vista para encontrarse con la mirada de Juanita. Su expresión se volvió indiferente al verlo, y eso le dolió.
—¿Cómo está, por favor? —preguntó, con la voz ligeramente temblorosa.
Juanita suspiró.
—Salió bien de la cirugía y estará bien —dijo, y Lucas soltó un suspiro de alivio—. El proceso de recuperación será largo, pero estaré con ella en cada paso del camino.
Lucas se sintió agradecido. Le tomó la mano.
—Muchas gracias, Juanita. No tienes idea de lo que esto significa para mí. La tía María siempre ha sido mi fuente de consuelo y mi confidente...
—¿Señor Lucas? —lo interrumpió ella, retirando su mano de su agarre—. No me interesa su historia con ella ni lo buena que sea su relación. Lo que me preocupa es su salud, y ya le dije que estará bien.
El rostro de Lucas se ensom