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Capítulo 6- Ruido y silencio

- Elsa entró al apartamento y la serenidad del hogar la golpeó como un insulto. El ambiente olía a la cena que Leo ya estaba cocinando y al suave detergente de ropa. Estabilidad. El olor a paz era asfixiante. Leo la saludó con un beso rápido en la mejilla, concentrado en remover una salsa.

"El día en la oficina se alargó ¿cariño? Creí que salías temprano."

- "Sí, hubo un problema de última hora con unas cosas que requería él jefe ," mintió Elsa, sintiendo un escalofrío de culpa. Su mentira era tan arquitectónica y detallada como los planes de Leo.

Se dirigió al dormitorio y se desplomó en la cama. Sacó el móvil. Damián había cumplido su promesa de ser cuidadoso, pero eso no significaba ser silencioso.

- Damián: no quería que te fueras, podemos vernos? Estás igual de hermosa? Perdón que diga esto pero te deseo de manera exagerada!! pero pienso que tu marido debe ser de esos que te hace el amor todas las noches y me lleno de rabia. En fin, Solo quiero que sepas que me tienes pensando en ti.

- Damián: Porque me bloqueaste antes de que pudiera decirte que la intensidad que sentimos no se repite con nadie. Te amé, Elsa. Y el amor que se planea y se mete en una cuenta de ahorros que tienes ahora, no es rival para lo que nosotros fuimos. No puedo darte quizás la estabilidad económica que el te da, quizás te mantiene al 100 no sé, pero créeme que te amo y no me importa entrar a tu vida de la manera que sea.

-El corazón de Elsa latía con furia. Era demasiado, demasiado rápido. Él la desarmaba con cada mensaje, no con un piropo barato, sino con la revelación de su propia vulnerabilidad y obsesión. Y lo peor era que él asumía que ella tenía la pasión garantizada, haciendo que el vacío con Leo se sintiera aún más grande. Un poco ofendida porque él sabía muy bien de que ella no era mujer para vivir mantenida, sino que ella trabajaba hasta el cansancio para mantenerse así misma. Aún así no le dio mucha importancia al comentario si no se enfocó más en su repentina confusión por los hechos. Ella había huido del caos para encontrar la estabilidad, y Damián había abrazado el caos para llenar el vacío que ella le había dejado. Mientras él se rompía por la falta de amor genuino, ella se secaba por la falta de pasión genuina.

- Damián: He intentado llenarte con sustitutos. Busqué refugio en mil mujeres, Elsa. Créeme, hice todo lo posible, hasta tríos, para encontrar algo que se pareciera a la electricidad que me dabas. Solo encontré momentos de éxtasis. Sexo, nada más. Y en cada orgasmo vacío, solo pensaba en la cobarde que se había ido.

- Elsa leyó la confesión con la boca seca. La brutal honestidad de Damián contrastaba con el silencio de Leo, con la evitación de su intimidad. Ella había encontrado a un hombre al que amaba, pero él había relegado la pasión.

- Se levantó y se puso un camisón. Se miró en el espejo. Se sintió fea, se sintió indeseada por el hombre que amaba, pero extrañamente hermosa, deseada y válida por el hombre que la creía íntimamente satisfecha.

"¿Vienes a cenar?" preguntó Leo desde la puerta de la cocina. No la estaba mirando a ella, sino a la pantalla de su tablet donde revisaba una factura.

"Sí, claro," dijo Elsa.

Durante la cena, ella hizo un esfuerzo supremo por ser la novia estable. Habló de la presentación, de las nuevas tasas de interés y de la situación de una de sus amiga donde su novio la abandonó.

Leo respondió con su habitual atención a los hechos, pero sin un atisbo de conexión emocional.

"Estás muy callada," comentó Leo finalmente, aunque no dejó de cortar su carne.

"No, solo estoy pensando," dijo ella, y era la única verdad que había dicho en todo el día.

Leo asintió con comprensión paternal. "Sí, es mucha presión. Pero mira, cariño, si trabajamos duro ahora, en unos años podremos tener esa casa con jardín que siempre quisiste, y el bebé. Todo a su tiempo."

"Pero, ¿y nosotros?" preguntó Elsa, la pregunta escapando antes de que pudiera detenerla.

Leo levantó la vista, confundido. "¿Nosotros? Estamos bien. ¿Por qué lo dices?" Se encogió de hombros, volviendo a su plato. "Estamos construyendo algo, Elsa. Eso es lo que importa. El trabajo y el futuro son nuestra prioridad ahora. Ya tendremos tiempo para las otras cosas."

Elsa asimiló sus palabras como una sentencia. "Las otras cosas." La intimidad, la pasión, el deseo... eran ítems pospuestos en su gran plan de vida.

Más tarde, en la cama, Leo le dio un beso de buenas noches , se giró y se durmió casi al instante. Elsa se quedó despierta, sintiendo la cama más fría que nunca. Sacó el móvil y releyó los mensajes de Damián. Él creía que ella tenía una vida sexual plena, y aún así la amaba y la deseaba con una intensidad caótica. Las palabras "Te amo" y la confesión de su búsqueda desesperada llenaron el vacío dejado por Leo.

Se preguntó, con el pulso acelerado, si seguiría viéndolo. La respuesta, en la oscuridad, era un sí silencioso y aterrador. Necesitaba que Damián supiera la verdad: que él no era un sustituto, sino el único espejo que reflejaba su deseo.

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