La vuelta a la rutina fue una tortura. Elsa se movía por el apartamento con la sensación de tener un foco encendido sobre ella. La culpa por la noche con Damián y la mentira del viaje de trabajo eran un lastre que se manifestaba en una distancia palpable. Ya no se involucraba con entusiasmo en los planos de la casa, y sus ojos, cansados por la vigilia y la ansiedad, a menudo estaban ausentes.
Leo, aunque centrado en sus proyectos, percibió el cambio. Pero en lugar de buscar la raíz en la fría intimidad de su relación, proyectó su frustración en un ataque a la vida práctica.
-La Acusación de Leo: La Desorganización-
Una noche, mientras cenaban en un silencio tenso, Leo dejó caer los cubiertos con un chasquido agudo.
"¿Qué te pasa, Elsa?" preguntó, su tono más de auditoría que de preocupación. "Estás distante desde que volviste del viaje. No sé si es el trabajo o qué, pero noto una vida desorganizada."
Elsa se puso a la defensiva. "Te estoy escuchando, Leo. Es el trabajo, fue un viaje a