La escena de Damián llorando en el parque había roto a Elsa, pero no lo suficiente como para romper su vida con Leo. La imagen de la casa en construcción y la promesa de un futuro seguro eran anclas que la retenían. A pesar de la humillación de los reproches de Leo sobre su "desorganización," Elsa no podía tener la gallardía de abandonarlo.
Ella le dio largas a Damián, incapaz de verbalizar el fin de la relación, pero también incapaz de elegirlo.
"No puedo, Damián. No ahora," le dijo. "Necesito tiempo. Lo que tenemos es demasiado precioso para arruinarlo con una decisión apresurada."
Damián, con la sabiduría del que sabe que tiene el amor, pero no la posesión, aceptó la condición. "Bien. Entonces viviremos en los momentos. Serás feliz en los espacios pequeños, Elsa."
Y así fue. La relación se convirtió en una colección de instantáneas robadas y perfectas, una vida que ella compartía con Damián y que jamás podría tener con Leo.
• Compartían un café en medio del casco central, hablando