La mentira se había convertido en un músculo que Elsa ejercitaba a diario.- Después del primer café matutino, vinieron dos encuentros más. El segundo fue esa misma semana, una tarde noche en el mismo local. El ambiente, más oscuro y tranquilo, se prestaba a las confesiones. Fue ahí donde se desarmaron solo con palabras. - Damián le contó sobre sus viajes, sus negocios fallidos y, sí, sobre la desesperada rotación de mujeres que había usado para intentar replicar la intensidad que ella le había quitado.- Elsa, por su parte, le describió la construcción de su vida con Leo: la remodelación de la casa, el planning familiar, la seguridad. Mantuvo su fachada con una tenacidad admirable. "No estoy aquí para buscar algo que tengo, Damián," le había dicho, con una voz firme que temblaba. "Estoy aquí porque me sorprende que tú, un hombre que huye de la estabilidad, me hayas amado. Quería verlo con mis propios ojos." En ese segundo encuentro, solo se habían despedido con una mirada larga, sin
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