El éxito del lobby del Vance Boston actuó como un catalizador químico en el ecosistema del proyecto. No fue solo un logro estético o una victoria en redes sociales; fue una demostración tangible de poder. El poder de una visión clara, respaldada por la autoridad inquebrantable del CEO, y ahora, validada por el mercado. Y en el mundo corporativo, nada atrae lealtades como el poder en ascenso.
La primera señal fue sutil. Lena, la becaria que había alertado a Olivia sobre las órdenes de compra saboteadas, comenzó a enviarle correos electrónicos directamente. No eran informes formales, sino actualizaciones rápidas, "por si le interesa saber": "El equipo de fontanería terminó antes de lo previsto en el piso 4", "Recibimos las muestras de cristal para los espejos del baño, se ven exactamente como en los renders". Eran pequeños fragmentos de información, pero llegaban sin pasar por la cadena de mando de Walsh. Era un gesto de confianza, un tendiendo un puente hacia la nueva fuente de autorid