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Capítulo 15 – El Rey ha Muerto, Viva el Rey

Maxime – El Último Movimiento

La noche es pesada.

El aire es espeso, cargado de tensión.

Estoy sentado al fondo del bar, un vaso en la mano, los ojos fijos en la entrada.

Él vendrá.

No tiene otra opción.

Las puertas se abren violentamente.

Y ahí está.

Thomas.

Despojado.

Sus ojos están locos, inyectados de sangre.

Su mandíbula tensa, su respiración corta.

Es irreconocible.

Un rey destruido por su propia paranoia.

Avanza lentamente.

Las conversaciones se detienen a nuestro alrededor.

Las miradas se desvían.

Nadie quiere estar aquí cuando la sangre empiece a fluir.

Se detiene frente a mí.

Su mano tiembla sobre su arma.

Levanto mi vaso.

— Llegas tarde, murmuro.

Él rechina los dientes.

— Tú...

— ¿Yo?

Bebo un sorbo, saboreando el momento.

— ¿Qué he hecho, Thomas?

Aprieta su arma, sus nudillos blanqueándose.

— Me has quitado todo.

Levanto una ceja.

— No.

Dejo lentamente mi vaso.

— Solo te he dejado ver lo que ya estabas perdiendo.

Su mirada titubea.

Está cansado.

Agotado.

Me levanto lentamente, colocándome justo frente a él.

— No fui yo quien mató a tus hombres.

Inclino la cabeza.

— No fui yo quien destruyó tu imperio.

Un murmullo.

— Eres tú, Thomas.

Él retrocede ligeramente, como si mis palabras fueran cuchillas atravesando su mente.

— Cierra la boca...

Su voz tiembla.

Sonrío.

— No.

Silencio.

Luego murmuro suavemente:

— Mira a tu alrededor.

Él parpadea.

Mira.

Y entiende.

Nadie lo apoya.

Nadie está allí para él.

Está solo.

Abandonado.

Un imperio construido sobre el miedo... se desmorona en cuanto el miedo cambia de bando.

Y esta noche, Thomas es el que tiene miedo.

Traga saliva, temblando.

— Te voy a matar...

Pero su arma no se mueve.

Su mirada huye.

— Adelante, lo animo, casi suavemente.

Sus dedos tiemblan.

Su respiración es errática.

Luego...

El arma cae al suelo.

Él se desploma de rodillas, la cabeza baja.

Un rey de rodillas.

Roto.

Me agacho a su altura y susurro en su oído:

— Nunca tuviste el poder, Thomas.

Me enderezo, dejándolo allí.

Un rey destruido.

Una pieza menos en mi tablero.

Y yo, de pie, siempre victorioso.

Maxime

Un rey ha caído.

Pero un trono nunca permanece vacío por mucho tiempo.

Y yo estoy listo para sentarme en él.

---

Thomas – La Agonía del Poder

Estoy de rodillas.

Mi respiración es entrecortada, mi visión borrosa.

Las palabras de Maxime resuenan aún en mi cabeza como una maldición.

"No has tenido nunca el poder."

Quiero gritar.

Quiero golpear.

Quiero matarlo.

Pero mis manos están vacías.

Mi fuerza me ha abandonado.

A mi alrededor, mis hombres—no, ya no son los míos—me miran con una indiferencia cruel.

Algunos desvían la mirada, otros intercambian murmullos.

Nadie me ayuda a levantarme.

Nadie pronuncia mi nombre.

Ellos esperan.

Pero no yo.

No mi regreso.

Ellos esperan a Maxime.

Y entonces, entiendo.

Ya no soy yo, el jefe.

Ya soy un fantasma.

---

Maxime – El Veneno del Silencio

El silencio es el mayor de los juicios.

Y esta noche, Thomas está condenado.

Lo miro, de rodillas, destruido, vaciado de toda arrogancia.

Es fascinante ver a un hombre caer tan bajo.

Podría darle el golpe de gracia.

Pero no.

Sería demasiado fácil.

Demasiado rápido.

Merece algo peor.

Merece vivir con su vergüenza.

Así que me limito a una mirada antes de apartarme.

— Que alguien lo lleve.

Mi voz es tranquila.

Casi cansada.

Dos hombres se acercan, lo agarran por los brazos.

Thomas ni siquiera resiste.

Su mirada busca la mía.

— ¿A dónde lo llevamos, jefe?

Ah.

Fue más rápido de lo previsto.

"Jefe."

El título ya cambia de manos.

Observo a Thomas una última vez.

— Lejos de aquí.

Asienten y lo llevan, su cuerpo colgando como una marioneta desarticulada.

Respiro hondo.

El aire parece más ligero.

Como si el mundo mismo respirara, aliviado por la partida de Thomas.

Luego siento una mirada pesada sobre mí.

Léa.

Sentada en su lugar, me observa, su vaso aún en la mano.

Sus ojos me escrutan con esa inteligencia aguda, analizando cada detalle.

Sabía que esto terminaría así.

— ¿Y ahora? pregunta.

Una sonrisa se extiende en mis labios.

— ¿Ahora?

Doy un paso hacia el centro de la sala.

Todas las miradas están puestas en mí.

La espera es palpable.

El momento es crucial.

Levanto mi vaso.

— Ahora, brindamos por un nuevo comienzo.

Y por un solo hombre al mando.

Yo.

---

Léa – La Nueva Reina

Léa observa a Maxime con una mezcla de fascinación y precaución.

Siempre supo que era peligroso.

Pero no se esperaba verlo tomar el poder tan fácilmente.

Sin una gota de sangre.

Sin levantar la mano.

Solo con palabras y tiempo.

Debería tener miedo.

Pero otra emoción germina en ella.

Una curiosidad mordaz.

Porque Maxime es un misterio.

Y ella adora los misterios.

Vacia su vaso y se levanta.

Un rey necesita un consejero.

Y ella tiene la intención de serlo.

---

La Inevitable Consecuencia

Los días pasan.

El nombre de Thomas desaparece.

Como si nunca hubiera existido.

Su imperio, sus contactos, su influencia...

Todo se desliza entre las manos de Maxime.

Él, que estaba en la sombra, ahora está en la cima.

Pero el poder atrae enemigos.

Y en la sombra, alguien más observa.

Esperando el momento perfecto para atacar.

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