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Capítulo 14 – La Descenso a los Infiernos

Maxime

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Él ha insinuado que va a golpear pronto.

Y temo que Maxime subestime lo que un hombre acorralado puede hacer.

Me levanto, me pongo una chaqueta y agarro mi teléfono.

Tengo que verlo.

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Maxime – Llevar la Locura al Límite

He recibido noticias de Antoine al amanecer.

Thomas ha interceptado a Michel antes de que abandonara la ciudad.

El pobre idiota no tuvo tiempo de entender lo que le sucedía antes de desaparecer en uno de los almacenes de Thomas.

¿Y lo mejor de todo?

Thomas está convencido de que hay otros traidores a su alrededor.

Empieza a interrogar a sus propios hombres.

Algunos desaparecen. Otros son golpeados.

La organización que le ha llevado años construir se desmorona bajo el efecto de la paranoia.

Y yo solo tengo que soplar suavemente para hacer caer los muros.

— Va a estallar, murmuro mientras sorbo mi café.

— No solo va a estallar, responde Antoine frente a mí. Va a explotar.

Sonrío.

Eso es exactamente lo que estoy esperando.

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Léa – El Muro de la Desconfianza

Empujo la puerta del club donde Maxime me dijo que lo encontrara.

El lugar está casi desierto a esta hora.

Solo él, sentado en una mesa al fondo, con aspecto tranquilo, casi relajado.

Cuando levanta la vista hacia mí, siento esa habitual sensación recorrer mi piel.

— Sabía que vendrías, dice sonriendo ligeramente.

Me siento frente a él.

— Thomas está a punto de explotar.

Inclina la cabeza, divertido.

— Ese era el objetivo.

Lo miro, confundida.

— ¿Crees que se va a quedar sentado esperando?

Deja su taza.

— No. Va a reaccionar. Pero no de la manera correcta.

Entrecierro los ojos.

— ¿Estás seguro?

Sonríe lentamente.

— Eso es lo que he estado esperando desde el principio.

Se establece un silencio.

Luego se inclina ligeramente hacia mí.

— ¿Estás preocupada por mí, Léa?

Aprieto la mandíbula.

— Estoy preocupada por lo que viene.

Ríe suavemente.

— Entonces mira bien. Porque lo que viene va a ser espectacular.

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Thomas – La Caza de los Traidores

Mi oficina es un campo de batalla.

Tres de mis hombres están atados a las sillas frente a mí.

Sus rostros están ensangrentados, sus ropas rasgadas.

Aprieto los puños.

— ¿QUIÉN?!

Nadie responde.

El silencio me vuelve loco.

— ¡¿QUIÉN ME HA TRAICIONADO?!

Golpeo la mesa con tanta fuerza que uno de ellos salta.

Lo señalo con el dedo.

— Tú. Dime lo que sabes.

Sacude la cabeza, en pánico.

— ¡Yo... yo les juro que no sé nada!

Chasqueo los dedos.

Uno de mis guardias se acerca, sosteniendo un revólver.

Lo tomo y lo presiono contra la frente del supuesto traidor.

— ¿No quieres hablar?

Él tiembla.

— Por favor...

BANG.

El disparo suena sin previo aviso.

El cuerpo se desploma hacia atrás, inerte.

Los otros dos gritan, aterrorizados.

Levanto la mirada hacia ellos.

— Tienen cinco segundos para darme un nombre.

El primero estalla en sollozos.

— ¡Es Michel! ¡Nos ha traicionado a todos!

Aprieto los dientes.

— Michel ya está muerto.

Levanto la pistola.

— Están perdiendo mi tiempo.

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Maxime – El Golpe Final

Antoine me pasa su teléfono.

— Thomas ha ejecutado a uno de sus hombres.

Sonrío.

— Excelente.

— Se está volviendo incontrolable.

Levanto mi copa en señal de celebración.

— Es exactamente lo que quería.

Antoine me mira, dubitativo.

— ¿Qué crees que va a hacer ahora?

Dejo mi copa y sonrío fríamente.

— Vendrá a buscarme.

Antoine frunce el ceño.

— ¿Es eso lo que quieres?

Río suavemente.

— No.

Me inclino hacia él, con un destello de malicia en los ojos.

— Eso es lo que necesita para perder definitivamente.

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Léa – La Espera

La noche cae.

Tengo la corazonada de que todo va a cambiar muy pronto.

Camino nerviosamente por mi apartamento, incapaz de quedarme quieta.

Mi teléfono vibra.

Es Maxime.

"Ábreme."

Voy a la puerta y la desbloqueo.

Cuando entra, está más serio que nunca.

— Vendrá por mí.

Lo miro, con el corazón latiendo desbocado.

— ¿Y entonces?

Se acerca lentamente, su mirada fija en la mía.

— Entonces, es ahora cuando todo se decide.

Hace una pausa, luego añade en un murmullo:

— ¿Estás lista para ver lo que queda de un hombre cuando se le arranca todo?

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Maxime

El poder no es más que una ilusión.

Y Thomas finalmente comienza a comprenderlo.

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Thomas – Perdido en la Neblina

Mi mano tiembla mientras agarro mi vaso.

Whisky.

Ardiendo.

Pero no lo suficiente como para apagar el fuego que consume mi mente.

No he dormido en cuarenta y ocho horas.

Cada sombra, cada susurro, cada silencio es una amenaza.

Veo sus miradas.

Mis hombres ya no me miran con respeto.

Me observan como a un fiera herida, lista para ser abatida.

Me traicionan.

Todos.

Y él está detrás de todo esto.

Maxime.

Aprieto el puño con tanta fuerza que el vaso explota en mi mano.

La sangre brota entre mis dedos.

Pero no siento nada.

Debo encontrarlo.

Debo detenerlo.

Antes de que me entierre vivo.

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Léa – El Ojo del Ciclón

El teléfono de Maxime vibra sobre la mesa.

Él ni siquiera lo mira.

— Es él, digo suavemente.

Sonríe, sin apartar la vista de su vaso.

— Por supuesto.

— ¿Vas a contestar?

Deja lentamente su vaso y descolga.

— Thomas.

Veo cómo sus labios se estiran en una sonrisa perezosa.

Al otro lado, el silencio es pesado.

Luego una respiración profunda.

— ¿Dónde estás?

La voz de Thomas es áspera, casi rota.

— Si quieres encontrarme, sabes dónde estoy, responde Maxime con calma.

Una risa baja y amarga resuena en el auricular.

— ¿Crees que has ganado?

Maxime cruza mi mirada.

— Sé que ya he ganado.

Silencio.

Luego Thomas murmura:

— Te voy a matar.

Maxime sonríe.

— Entonces ven, Thomas.

Cuelga.

Se levanta y agarra su chaqueta.

— ¿A dónde vas? pregunto, con la garganta apretada.

Me lanza una mirada intensa.

— A ver a un hombre caer en pedazos.

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Thomas – Los Demonios Susurran

Mi respiración es entrecortada.

Estoy en el coche.

El motor ruge bajo mis dedos crispados en el volante.

Mis pensamientos son un caos interminable.

Maxime.

Maxime.

Maxime.

Por todas partes, está allí.

Veo su sombra detrás de cada puerta.

Escucho su risa en cada susurro.

Estoy solo.

Me han abandonado.

O tal vez yo los he matado a todos.

No lo sé.

Pero ya no importa.

Solo Maxime cuenta.

Y esta noche, uno de nosotros dos caerá.

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