En su casa, Tenzin seguía sentado, solo, en el césped. Sus amigos se alejaron un poco para dejarlo respirar. Jefferson fue una casa de Suzy.
—De seguro que Loys tomo de más. A esa muchacha no le importó mucha esa situación todo por su falta de madures—dice uno de los monjes.
—Recuerda que está enamorada de Tenzin. No debe causar este problema.
El atardecer dolía, mientras él repasaba todo en su mente, una y otra vez.
Recordó la forma en que se sintió raro, la forma en que Loys se acercó más de lo necesario, y el momento exacto en que sus labios lo tocaron.
No podía negarlo. Había sentido algo fuera de lugar. No era solo deseo. Era como si su cuerpo hubiera reaccionado sin su permiso. Y ahora, la mujer que amaba se había ido.
¿Por qué no la apartó? ¿Por qué reaccionó su virilidad? ¿Por qué demonios no se fue corriendo de allí antes de que llegara Suzy?
Pang regresó con una botella de agua y se la expandió. Tenzin la tomó, sin fuerza.
—No estás solo, hermano. Toma mucha agua. Definitiva