Se tarda poco y regresa con otra religiosa de su mano, es más grande en edad, viene ataviada con el mismo vestuario. Se ve linda, tiene los ojos azules y la piel tostada por el sol.
-Les presentó a madre Sol, ella es una de nuestras integrantes de mayor experiencia en el convento.
-Buenas tardes, jóvenes –nos dice madre Sol con un tono más cálido, casi como el de una mamá.
Armando le extiende su silla a la madre Sol, quien acepta con agrado el lugar.
-Madre Sol –dice madre Venera –estos agentes preguntan por una joven llamada Amelia, pero no tienen mayor información de ella más que este diario. Según leo, dice que la trajeron sus padres preocupados por un hombre que se acercó carnalmente y los amenazó. Creo que la conocí en mis tiempos de novicia, pero yo era muy joven, temo no recordarla bien. Según yo era la hija de los señores Terneros, que tenían su hacienda allá en la Sierra, entrando al estado.
Madre Sol se queda pensando por unos segundos.
-Amelia Ternera... Amelia... Sí, debe