De pronto, nos llegó el viernes. Siento que corrió esta semana. Entre las idas y venidas al hospital, el tiempo se me ha escurrido como agua.
Hoy, después de su primera terapia, el doctor evaluará si lo da de alta mañana; y espero que así sea. Armando ya no puede estar ni un minuto más en el hospital, extraña la comodidad de su casa, de su cama. Le ha dicho a Miriam que podría irse a su departamento tras el alta, pero su hermana le recordó que yo estaré en la casa de su papá.
Es una mujer astuta. Aún no le digo que somos cuñadas, siento que es lo más cercano a publicarlo en un periódico.
De Mauricio no he sabido nada. Me parece raro o, más bien, no estoy acostumbrada. Extrañamente silencioso y oculto. El comandante dice que igual serían buenas noticias, y que mandará a alguien al hotel a comprobar su estado físico. Eso será este fin de semana también.
Me siento optimista y algo nerviosa a la vez. Después de almorzar, Miriam y yo vamos a nuestras respectivas piezas para arreglarnos e i