Después de agradecerle a Susy por todo, sin dar extra de información, nos metimos a mi casa. Me desplomé en el sillón con la cabeza viendo al techo.
Gerardo se sienta a mi lado y me abraza, me toma de la cabeza como si fuera mi hermano tratándome de consolar. Le explicó lo de la llamada con Mauricio, el ultimátum, su asistente, las cajas, todo. Tengo que cubrirme los ojos con las manos, no porque tenga ganas de llorar, sino porque me da vergüenza pensar que estuvo jugando conmigo todo el tiempo.
Armando está al teléfono, al parecer le está explicando todo al comandante.
-Ey, Carito... Hermana, respira... Tú qué ibas a saber.
-Justamente eso... Por eso estoy tan molesta, porque fui una total idiota que no pudo ver quién era en realidad Mauricio. Jugo conmigo, nos enamoramos... No, perdón, me enamoré de él. Nos casamos solo de ‘bromita’, hasta la kermés tiene más valor. Y después de cinco años de relación, por una caja y diario viejo casi destruido, me doy cuenta que él y su tío pueden