Angelo tenía una sonrisa en el rostro y era incapaz de mirar a alguien más mientras su esposa posaba a su lado para las cámaras, completamente absorto en ella.
Sin poder contenerse, se inclinó y la besó en la mejilla. Lionetta se giró hacia él, y entonces, sin importarle lo más mínimo las miradas ni los flashes, Angelo la besó en los labios.
Cuando se separaron, ambos compartieron una sonrisa antes de mirar hacia el frente. Los camarógrafos no habían desperdiciado la oportunidad de capturar cada instante.
Se escucharon algunas preguntas de los periodistas presentes, pero ninguno dio respuestas.
Uno de los miembros del equipo de Lionetta se acercó con las muletas de Angelo y se las entregó. Aquello fue la señal para continuar. Se retiraron a paso lento hasta entrar en el interior del edificio donde se estaba realizando el evento. En cuanto atravesaron las puertas, uno de sus guardaespaldas se acercó con su silla de ruedas. Angelo asintió a modo de agradecimiento, le entregó las muletas