Haber perdido la memoria de los últimos cuatro años era una completa mierda. Había personas en su vida a las que Angelo no recordaba, otras que creía apenas conocer y algunas que ya no formaban parte de su mundo. Lo mismo podía decirse de su red de contactos.
Había revisado el celular que usaba para el trabajo en busca de algo de orientación y había terminado aún más confundido. Los mensajes que encontró no significaban nada para él y seguro que había muchas conversaciones que se había encargado de borrar porque era demasiado precavido para no hacerlo.
Entre su padre y Nerea habían logrado llenar algunos huecos, ponerles nombre a ciertas piezas sueltas, pero todavía había demasiado que seguía en blanco. La información con la que solía trabajar era confidencial, y por eso no siempre compartía todo lo que sabía.
Y como no quería arriesgarse a que se supiera lo que le pasaba, no podía simplemente preguntarle a cualquiera. Pero sabía que podía confiar en su familia y en la de su esposa. N