Capítulo 8

Por la mañana encontraron muerto a otro sujeto, ésta vez, en un callejón baldío, igualmente hecho jirones, con idéntica violencia y sadismo. Le arrancharon la cara y, la garganta y el pecho y se tragaron las manos, sus partes íntimas y los pies. Hicieron una masacre con el pobre individuo. Las cámaras de vigilancia no captaron nada, sin embargo. Al tipo después que lo mataron, fue pasto de los perros vagos que pululaban esa parte de ciudad. Como yo había trabajado la noche anterior, haciendo el turno de madrugada, persiguiendo al animal que asolaba las calles, me correspondían dos días de descanso e iba aprovechar uno de ellos, saliendo con Waldo. Mi amiga Alessia me llamó a mi móvil, informándome del nuevo asesinato que conmovía la ciudad y desataba por enésima vez el miedo y el pánico en los vecinos. Yo también estaba aterrada después que un tipo armado me atacó. La idea en los medios era que ese fulano era el criminal que venía cometiendo esos horrendos crímenes.

-Tu ases
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