Celebramos nuestra boda brindando y bailando en una discoteca cerca de mi casa, hasta altas horas de la madrugada, riéndonos mucho y recordando el sin fin de peripecias que habíamos tenido que afrontar todos esos últimos meses enfrentando a la secta satánica de los adoradores de vampiros y la cofradía obstinada en cazar licántropos.
-¿Crees que ahora podremos vivir en paz?-, le pregunté a Waldo mientras íbamos por las calles desiertas, bajo la Luna, con destino a mi casa, tomados de las manos, cansados después de haber bailado tanto en la discoteca. Era una noche muy agradable, tranquila, serena y había un viento moderado acariciándonos con sutileza.
-La vida de los hombres lobo está siempre está en permanente peligro, Jenny, tarde o temprano aparecerán otros cazadores obcecados en exterminarnos, gente que pretenderá tener nuestras cabezas colgadas en sus paredes o hacerse abrigos con nuestros pelajes, también volverán los adoradores de vampiros y hasta el propio ser humano t