Capítulo 9

Hicimos el amor en un hotel cerca de mi casa, muy elegante, cómodo, discreto y con jacuzzi. Ni siquiera llegamos en la cama. Waldo estaba tan impetuoso y febril que no dejaba de besarme, acariciarme, incluso mordía mi cuello, lamía mis orejas, estrujaba mis nalgas y metía las marices en los canalillos de mi pecho. Yo estaba totalmente obnubilada, extraviada en el limbo, a la entera merced de él, sin poder de reacción ni nada. Me había convertido en una títere de sus ansias y únicamente me dejaba llevar por los impulsos y deseos de Waldo.

Ni sé en qué momento me quitó el jean, pese a que estaba súper apretado, también los tenis y la blusa. De pronto yo estaba en calzón y sostén hundida en sus brazos, tumbados en la alfombra, convertida en una gran bola de fuego, gimiendo y sollozando, mientras Waldo saboreaba todos mis encantos con emoción y deleite, lamiendo y besando mis redondeces, curvas, encrespados y valles, dejando bandera de su ímpetu hasta el último rinconcito de mi
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