Capitulo 23

Mientras tanto, en el campamento de Giza, Bek sentía la opresión de la vigilancia. Había notado las sombras que lo seguían, los murmullos que cesaban a su paso. La búsqueda de cualquier rastro de Huni en sus antiguos aposentos había sido infructuosa. Los hombres del visir, al parecer, habían limpiado bien.

Una tarde, mientras el sol se ponía, Bek se aventuró hacia los almacenes del puerto. Era un lugar bullicioso durante el día, pero a esta hora, la mayoría de los trabajadores se habían ido a casa. Bek se movía con cautela, sus ojos escudriñando las sombras. Su instinto le decía que si Huni había manejado algo relacionado con el Nilo, sería aquí.

De repente, un ruido. Un raspado metálico. Bek se detuvo. El sonido venía de un almacén más allá de los principales muelles, uno que rara vez se usaba para las entregas de piedra.

Bek se acercó sigilosamente, pegándose a la pared. El almacén era oscuro, pero una luz tenue se filtraba por una rendija en la puerta. Escuchó voces. Dos hombres. V
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