Capitulo 62

Neferet, con una concentración férrea, elevó su voz, su cántico se transformó en una letanía de los nombres de los dioses de la justicia, de la armonía, de la vida. Las palabras, los jeroglíficos que había estudiado durante toda su vida, se convirtieron en un arma de pureza. Visualizó las redes de energía del Nilo, no como una fuente a ser drenada, sino como un sistema de flujo, de vida, de equilibrio eterno. Y dirigió esa energía restauradora contra Amunhotep, inundándolo con la misma pureza que él buscaba corromper.

Menna, con su mente de arquitecto, visualizó el Corazón de Obsidiana como una estructura, un edificio inestable. Y comenzó a visualizar sus fallas. Las grietas. Los puntos débiles. La forma de desmantelarlo desde dentro. Su contra-conjuro era de deconstrucción, un proceso de desequilibrio que forzaba el retorno a la nada.

El cuerpo de Amunhotep comenzó a temblar violentamente. El brillo de los jeroglíficos en sus túnicas se volvió errático, parpadeando y muriendo. La gem
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