PUNTO DE VISTA DE Adrián.
Caminaba de un lado a otro por la oficina, con la mente a mil por hora. Era imposible que Catalinahubiera hecho eso.
Alguien la había tendido una trampa a propósito, pero ¿quién? ¿Y por qué? Cuanto más lo pensaba, más frustrado me sentía.
La puerta se abrió y Vera y Liliana entraron. Levanté la vista, sin estar preparado para lo que iban a decir.
—¿Por qué la has encubierto? —preguntó Vera, cruzando los brazos y mirándome con ojos penetrantes.
—No la he encubierto —dije, tratando de mantener la voz firme—. Debo de haber olvidado que yo mismo puse el documento allí.
Vera frunció el ceño y se acercó. «Eso no es propio de ti, Adrián. Tú no olvidas cosas así, especialmente algo tan importante como los documentos de la fusión».
Liliana intervino con voz acusadora. «Es obvio, Adrián. Esa asistente tuya robó ese documento y tú la estás encubriendo».
Mi ira aumentó cuando ella continuó: «Se lo contaré a papá. Necesita saber lo que está pasando aquí».