Después de liberar energía corriendo un poco por los alrededores, vuelvo a la mansión. Poco a poco he ido retomando mis actividades cotidianas. Para ser sincero, me fascina pasar el tiempo con mi mujer y disfrutar de su compañía al máximo. Atravieso el camino emparedado como si fueran mis últimos minutos de vida, desesperado por estrechar a mi prometida entre mis brazos. Hablando del tema, se me ha hecho cuesta arriba conseguir una respuesta afirmativa de su parte, pero confío que dentro de poco estará convenciéndola para que se case conmigo.
Al subir el escalón que conduce al pórtico, una extraña sensación me embarga. Una especie de mal presentimiento. Observo los alrededores, buscando algo que esté fuera de lugar. Todo parece tranquilo y normal, pero hay algo dentro de mí que me tiene inquieto. Desconfiado, decido comprobar el interior de la casa. Mi corazón retumba debajo de la piel de mi pecho como el reloj de una bomba de tiempo. Fui demasiado confiado al dejar sola a mi mujer y s