Sus hermosos ojos violetas por fin se abren de par en par.
―Hola, preciosa, bienvenida.
Sonrío feliz y la beso en los labios.
―Hola.
Me dice con la voz cansada.
―¿Dónde están nuestros hijos?
Después de un parto tan agotador y complicado, cayó rendida por un par de horas. Me sentí profundamente orgulloso de ella cuando la vi pujar con todas sus fuerzas para traer al mundo a nuestros dos preciosos bebés. Mantuve su mano sujeta en todo momento, dándole fuerzas y aliento durante cada segundo que duró la mágica y maravillosa travesía que vivimos juntos. Fue un momento único y especial que atesoraré para toda mi vida. Resultó toda una gran sorpresa para nosotros cuando el médico nos comunicó que tendríamos mellizos. Al principio sentí temor de no ser capaz de ser un buen padre para mis hijos, pero una vez que oí los latidos fuertes y poderosos de sus corazoncitos, supe que daría mi vida para protegerlos. Los amé desde el primer momento. Mi adorada esposa rechazó la cesárea, porque quiso expe