Inicio / Romance / Amigos con derecho / Capitulo -5 El después, el silencio, la playa y el mensaje que jodió todo
Capitulo -5 El después, el silencio, la playa y el mensaje que jodió todo

**Elena**

La luz de la mañana entró como un ladrón. Abrí los ojos y sentí su brazo pesado sobre mi cintura, su pecho pegado a mi espalda, su respiración caliente en la nuca. Jasper. Desnudo. Yo también. El olor a sexo todavía flotaba en el aire.

Maldita sea… pensé, el corazón me iba a salir por la boca.

Intenté moverme despacio pero él gruñó bajito y me apretó más, como si en sueños supiera que me quería escapar.

Me quedé quieta. Sentía su verga medio dura contra mi culo y eso me encendía y me aterrorizaba al mismo tiempo.

Finalmente se despertó. Abrió los ojos y nos miramos. Silencio incómodo. Largo. Ardiente.

—Buenos días —dijo ronco.

—Buenos días —contesté mirando para cualquier lado menos a él.

Se levantó del sofá, agarró el bóxer del piso y se fue a la cocina como si nada.

—Voy a hacer café —anunció.

Yo me quedé envuelta en la manta, la cabeza hecha m****a. ¿Y ahora qué? ¿Fue un error? ¿Una borrachera? ¿O ya estamos jodidos de verdad?

Cuando entré a la cocina él ya tenía el café listo y tostadas quemándose.

—¿Dormiste bien? —preguntó sin mirarme.

—Sí… ¿tú?

—Como nunca.

Silencio otra vez. Tomamos café hablando del clima, de la película, del apagón. Cualquier m****a menos de lo que pasó anoche.

Hasta que él, recogiendo platos, soltó:

—Hoy no entro al restaurante hasta la noche… ¿te provoca playa? Está nublado pero se va a abrir. Nos despejamos un rato.

Dudé dos segundos. Necesitaba aire. Y estar con él, aunque fuera raro, me calmaba.

—Dale. Me cae bien un poco de mar.

—Perfecto. Alístate, yo preparo la mochila.

**Jasper**

Preparé la mochila con cervezas frías, tostones que sobraron, frutas, una botella de vino barato y una manta. La vi bajar con un vestido ligero, el pelo en una trenza suelta, descalza. Parecía una diosa y yo un pendejo con suerte.

Manejé hasta una calita secreta en Long Island que conozco desde que llegué a Nueva York. Casi nadie, solo olas y palmas.

Bajamos, extendimos la manta, sacamos todo.

—¿Te metes? —le pregunté señalando el agua.

—No traje traje —rió.

—¿Y eso cuándo ha sido problema?

Me miró desafiante, se quitó el vestido de un tirón y quedó en lencería negra. Coño, casi me da algo. Tragué saliva.

—¿Y tú qué?

Me quité la camisa y los pantalones, quedé en bóxer.

—Parecemos dos adolescentes escapados —rió ella.

—Y tú una diosa. Vamos.

Le di la mano y corrimos al agua. Nos salpicamos, nos hundimos, gritábamos como niños. La cargué en brazos cuando vino una ola grande y ella se agarró de mi cuello riendo.

—Jasper, bájame, cabrón!

—No quiero.

La besé en el agua, salada, con salitre y con ella. Nos quedamos ahí flotando, pegados, el sol calentándonos la piel.

Salimos temblando de frío y de ganas. La envolví en la toalla, nos sentamos en la manta, abrí el vino.

—Anoche… —empecé.

—No hablemos todavía —me cortó con sonrisa tímida.

—Como tú digas.

Brindamos. Bebimos. Miramos el mar. Parecía que todo iba a estar bien.

Hasta que vibró mi celular.

Lo saqué y vi el nombre: Laura.

“Ey Jas… estoy en Nueva York unos días. Me enteré que vives aquí. ¿Nos vemos? Tengo ganas de verte 😘”

Debajo una foto vieja nuestra en bikini en Boca Chica.

Se me congeló la sangre.

**Elena**

Lo vi cambiar la cara. Le pregunté:

—¿Todo bien?

—Sí… solo un mensaje de alguien que no esperaba.

—¿Alguien importante?

Dudó. Guardó el celular.

—Una ex. Nada grave… supongo.

Sentí un nudo en el estómago. No eran celos. Era miedo. Miedo a que todo esto se fuera a la m****a antes de empezar.

El viento sopló más fuerte. El sol empezó a esconderse.

Estábamos pegados bajo la misma manta, mirando el mismo mar, pero de repente había un océano entre nosotros.

Y la pregunta que ninguno se atrevía a decir flotaba en el aire:

¿De verdad podemos seguir fingiendo que somos solo amigos… cuando ya sabemos que somos mucho más?

Y peor aún… ¿qué pasa si esa ex decide aparecer y recordarle a Jasper lo que dejó atrás?

La playa dejó de ser trinchera y se convirtió en campo minado.

Y yo, por primera vez, tuve miedo de perderlo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP