Gabriel se quedó en el recibidor, inmóvil. Las palabras de Sofía repetían en su mente con una mezcla de insolencia y verdad. ¿A qué se refería con eso? Él también extrañaba a su hermana, siendo juguetona a su lado. Eran muy unidos, así que su advertencia, lo hizo replantarse muchas cosas.
—Hay una loca que es mucho peor de lo que te puedes imaginar. Ah, y Alejandro, te está cubriendo...
Sus palabras se repetían demasiado en su mente y eso lo hizo sentir extraño. Él se había concentrado tanto en vigilar a Sofía, que no había visto ni hablado con su mejor amigo. Si Alejandro estaba actuando tan desesperado como para pelear con él y regañar a Sofía, algo más grande, algo peor que un mero coqueteo, debía estar sucediendo entre ellos. La frialdad profesional de Alejandro y el desafío de Sofía no parecían un acto de amor, sino una táctica para ocultar algo... ¿entonces qué era?
Gabriel subió las escaleras sintiendo una punzada de culpa en el pecho. Había desconfiado de Alejandro y había ob