Elizabeth
Elizabeth agradeció con una discreta sonrisa cuando la camarera de la cafetería puso otro trozo de tarta sobre la mesa. La joven camarera le devolvió la sonrisa con simpatía. Al igual que ella, las personas que se encontraban en la cafetería estaban maravilladas con la presencia de aquella hermosa joven de rasgos delicados y mirada serena, que irradiaba una gracia angelical, casi etérea.
Sentada junto a una ventana panorámica, Elizabeth parecía ajena a las miradas curiosas. Llevaba allí un rato, rodeada de notas y folletos de agencias inmobiliarias locales. Después de días explorando cada calle de esa pequeña ciudad turística, finalmente encontró el lugar perfecto: un restaurante de arquitectura clásica, que había sido desactivado hacía poco tiempo, pero con potencial para convertirse en el restaurante de sus sueños.
Suspiró mientras observaba atentamente el movimiento de la gente por las calles flanqueadas por edificios de principios del siglo pasado. Todo era tan encantado