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Capítulo 7: Almendra nos vio…

Luciano se sintió incómodo ante las palabras que Amelia le dijo, una parte de él quería replicar, pues ¿cómo alguien como ella podría expresarse así? No lo conocía, ¿cómo podría juzgarlo?

Tras pensarlo brevemente, no dijo nada más y dejó que esa mujer se fuera, al final, él le había dejado claro que no quería que volviera a buscar a su hija.

De regreso en la habitación donde estaba Almendra, la niña sollozaba, ya que ella quería que Amelia se hubiese quedado a cuidarla, pero estaba segura de que su padre la había espantado.

- ¡Tranquila, mi niña! Miss Amelia tenía que ir a casa, estoy segura de que en los próximos días irá a visitarte.

- Ella tiene a mis compañeritos, ella podría comenzar a quererlos más que a mí. -dijo Almendra bajando su labio y comenzando a llorar.

Luciano al escuchar aquellas palabras, no podía entender por qué su hija se aferraba a una mujer que, honestamente, se le hacía bastante común.

- ¡Almendra! ¡Deja ya de llorar y mejor descansa! -dijo el hombre llamando la atención de las dos.

Almendra, al escuchar a su padre, solo pudo sentir cómo se le rompía el corazón, ella creía que este era el mejor de sus días, pero no, eso no era así, de un momento a otro, su papá lo había arruinado todo.

- Papá, ¿Por qué no vas a trabajar? Tere me está cuidando, no quiero que estés aquí… -dijo la niña molesta.

Aquella reacción desconcertó a Luciano, pues hasta hace unos momentos, Almendra lucía alegre y sonriente, ahora, ella lo miraba con enojo y molestia.

- Hoy me tomé el día para estar contigo, no voy a ir a la oficina, así que no pienso moverme de este lugar.

Almendra, sollozando, simplemente se tiró en la cama y se acostó dándole la espalda a su padre.

- ¿Qué le dijiste a miss Amelia? ¿Por qué se fue cuando te vio? Ella estaba muy feliz aquí, pero te vio y se fue. -dijo la niña con molestia.

- No le dije nada, Almendra, sé que eres una niña y hay muchas cosas que no comprendes, pero dime una cosa, ¿Por qué le tienes tanto cariño a esa profesora?

Almendra continuaba dándole la espalda a su padre, no quería verlo, se sentía molesta y no sabía cómo expresarse más que con silencio.

- Señor, ¿Por qué no deja descansar a la pequeña? Ella ha estado despierta largo rato y luego de todo lo ocurrido, bueno… -dijo Teresa viendo que esto podría resultar en una nueva discusión.

- ¡Ella es muy buena conmigo! ¡QUISIERA QUE ELLA FUESE MI MAMÁ! -dijo Almendra levantando su pequeño cuerpo.

- Teresa, déjanos solos, por favor… -dijo Luciano con un semblante que preocupo a la mujer.

- Señor, pero…

- ¿Acaso no he sido claro contigo? -dijo el hombre seriamente.

- Es… Está bien, señor… -dijo Teresa nerviosa.

Luego de que Luciano vio cómo Teresa salía de la habitación y cerraba la puerta, se acercó a la camilla y tomó asiento cerca de su hija.

- Almendra, creo que debemos hablar sobre lo que tanto repites. -dijo Luciano tratando de tocar la mejilla de su hija.

- ¡YO QUIERO UNA MAMÁ VIVA! ¡TODAS ME MOLESTAN PORQUE NO TENGO MAMÁ! ¿POR QUÉ NO PUEDO TENER UNA MAMÁ VIVA?

- Almendra, tú sabes cuánto amé a tu madre, no quiero que nadie más venga a ocupar su lugar. No quiero que ninguna otra mujer venga a criarte como si fuese tu madre, eso no sería correcto. -dijo Luciano de manera apacible.

- Si no quieres otra mamá, ¿Por qué la otra mujer te visita? Ella no me cae bien. -dijo Almendra molesta.

- ¿De qué mujer hablas?

- Papá, yo te vi, ¡LA BESASTE! ESO NO ESTÁ BIEN… ¡TÚ NO AMAS A MAMÁ!

- No sé de qué me estás hablando… -dijo Luciano desconcertado.

- PAPÁ, ¡TE VI BESÁNDOTE CON ESA MUJER! ¡ESA MUJER NO ME CAE BIEN! ¡ELLA ES MALA! ¡YO NO QUIERO UNA MAMÁ COMO BARBARA! -dijo Almendra llorando con más fuerza.

Luciano supo que lo que más temía se estaba haciendo realidad, se maldecía por aquel descuido.

- Almendra… Mírame mientras hablamos… -dijo Luciano con un tono de voz frio.

- ¡NO, PAPÁ! TÚ DICES QUE NO QUIERES A NADIE MÁS QUE A MAMI, PERO TE BESAS CON OTRA MUJER, ESO NO ES CORRECTO, ¡YO QUIERO UNA MAMA COMO MISS AMELIA! ELLA SÍ ME CUIDA Y ME QUIERE, ESA BARBARA ME VE FEO… ¡ELLA NO SERÍA UNA BUENA MAMÁ! -gritó la niña sumamente molesta.

Luciano al escuchar las palabras de su hija, imaginó que Amelia Torres, le había llenado la cabeza a su hija de cosas que no eran verdad, imaginar aquello, le hizo perder el control y reaccionar de la peor manera.

- ¡PUES ESA TAL AMELIA NO VA A SER TU MADRE! ¡ENTIENDE UNA COSA ALMENDRA…! -gritó el hombre ante la situación. - NO VOY A DEJAR QUE LA VUELVAS A VER, YA LE PROHIBÍ VERTE, NO SÉ QUÉ COSAS TE HA METIDO EN LA CABEZA, PERO HASTA AQUÍ LLEGÓ TU AMISTAD CON ESA MUJER, ¿ENTENDIDO?

Almendra, al escuchar aquello, comenzó a llorar con más fuerza. Tere estaba parada a un lado de la puerta, al escuchar aquella pelea, decidió que era momento de entrar.

Luciano entendió que había reaccionado mal y, al no saber qué más hacer, simplemente salió de ahí. Tras hacerlo, el hombre llamó a Tadeo, le pidió que hiciera una exhaustiva investigación a esa tal Amelia Torres.

Aquel hombre estaba convencido de que, esa mujer estaba jugando con la vulnerabilidad de su hija. La falta de una madre la hacía más susceptible a que cualquiera, quisiera aprovecharse a cambio de un poco de atención y cariño.

Esto debía pararlo y debía hacerlo lo antes posible, ya bastante tenía con saber que su hija estaba enferma como para lidiar con alguien que se quería aprovechar de su hija, eso debía detenerlo y debía hacerlo ya.

Tras terminar su llamada con Tadeo y sabiendo que su hija no lo quería ver ahí, decidió que era mejor revisar algunos temas con Barbara.

- Barbara…

- Luciano, querido, oye, ¿Qué sucedió en casa? ¿Está todo bien? -dijo Barbara preocupada.

- Sí, sí, solo un tema con Almendra, pero ya tengo todo bajo control. -dijo Luciano dudando en comentarle sobre el tema de su hija.

- Bien, supongo que quieres ver que sucedió en la reunión.

- ¡Es correcto! Además, quiero que hablemos de algo más…

- Esta bien, ¿Te veo en tu oficina o en la mía?

- Te veo en el bar de siempre…

- Esta bien, dame unos 30 minutos. -dijo Barbara sabiendo que esta plática tenía tintes personales.

Mientras aquello sucedía, Teresa se enfrentaba a lo que en otras ocasiones ya había visto: el padre no conocía a su hija y siempre terminaba perdiendo la calma al quererla tratarla como un adulto.

- ¡Tranquila mi niña! ¡Tranquila! No te hace nada bien ponerte así, ya conoces a tu padre, él no es muy bueno expresándose, pero te ama de muchas maneras.

- ¡Papá no me ama! ¡Él ama a su trabajo! ¡Él ama a esa mujer!

- Cariño, ¡Qué cosas dices! ¿A qué mujer te refieres? -preguntó Teresa sorprendida.

- ¡BARBARA! ¡ESA MUJER ES MALA! ¡NO ME CAE BIEN! ¡YO VI A PAPÁ BESÁNDOLA! ¡NO QUIERO QUE ELLA SEA MI MAMÁ!

- ¡Cariño, tranquila! Es probable que sea un malentendido, conoces a tu papá, el ama a tu madre y eso jamás va a cambiar. -dijo Teresa no muy segura de sus palabras.

Teresa no decía lo que pensaba, pero, era verdad, desde que aquella mujer apareció en la vida de Luciano, el hombre, poco a poco, había ido haciendo a un lado a la pequeña Almendra.

No quería admitirlo, pero esa tal Barbara Castrejón, no le daba buena espina, pues bastaba con ver cómo miraba a todo el mundo, incluso a la pequeña Almendra, como para darse cuenta de que no era alguien de fiar.

Mientras tanto, Luciano esperaba en el bar de costumbre, tomaba un trago mientras su cabeza no dejaba de atormentarle con las imágenes de su hija llorando en el hospital.

Luciano no lograba comprender ¿Por qué la vida se encargaba de ponerlo en la misma situación? Primero su madre, luego su esposa y, ahora, su hija. El hombre no podía quitarse de la mente que todo esto, todo, era producto de sus malas acciones en el pasado, por ello, en muchas ocasiones, se sentía culpable de la muerte de su esposa y de que su hija no tuviese madre.

- ¿Luciano, cariño? -dijo Barbara tratando de llamar la atención del hombre.

- ¡Oh, perdona! -dijo Luciano saliendo de sus pensamientos y levantándose para saludarla. - ¡Hola, Barbara!

Aquella mujer, aprovecho para besarlo en los labios, a lo que Luciano dijo:

- Precisamente de esto tenemos que hablar. -dijo el hombre con seriedad.

- ¿Qué sucede cariño? ¿Acaso hay problemas con lo nuestro?

- Sí, sí lo hay, el problema es que… -dijo Luciano haciendo una pausa. - Almendra nos vio…

- ¡Oh! ¡Dios! ¡Perdóname! Tú sabes que he tratado de mantener esto lo más oculto posible, ¿Cómo pudo suceder? -dijo Barbara maldiciendo por dentro a aquella niña.

- ¡No lo sé, Barbara! Por el momento, es mejor que no sigamos haciendo esto, al menos no, en mi casa.

- ¡Sí! ¡Sí, yo entiendo! ¡No te preocupes! Pero, ¿Qué sucedió? ¿Te dijo algo?

- Ella no acepta que nadie venga a suplir a su madre y es claro, ambos sabemos que esto no sería fácil.

- Entiendo, seré más cuidadosa, yo sé que lo estamos intentando, pero, ante todo, primero está Almendra.

- ¡Gracias por entender! -sintiendo un poco de calma.

- Oye, cambiando drásticamente de tema, sé que esto te pondrá de mejor humor. -dijo la mujer descartando el tema rápidamente.

- Dime…

- Me reuní con el grupo Salinas y, prácticamente, el patriarca de la familia está pidiendo a gritos que compremos su compañía, están en bancarrota pero no quieren que la sociedad lo sepa.

Te envié un correo con los detalles, revísalo y dime como proceder. De aceptar, mañana mismo podemos concretar la compra y si lo hacemos, te convertirías en uno de los hombres más ricos e influyentes del país. -dijo Barbara, sabiendo que no había nada más que le importara a ese hombre que el dinero y el poder.

Alut

Estimadas lectoras y lectores Vamos a comenzar con la historia de Luciano D'Angelo quien nos mostrará como llevó la paternidad con su hija Almendra, lo difícil que ha sido vivir con la ausencia de la mujer que amó y, de como llegará al momento que todos vimos 5 años después. Espero que me acompañen con esta nueva historia... La cual nos mostrará las altas y bajas de aquel joven padre. Adicionalmente, conoceremos la historia de una joven mujer que, un día lo tuvo todo y hoy día, no tiene nada.

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