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Capítulo 3 – “Reunión de choque”

La sala de juntas de Nova Lab parecía más un campo de batalla que un espacio de reunión.

En un extremo, Isabella Morel, como siempre impecable y profesional, de pie junto a la pantalla táctil con gráficas precisas y su característico moño alto sin un solo cabello fuera de lugar. En el otro lado, Alexander Duvall, con su aspecto relajado, su saco abierto, una sonrisa fácil en los labios y una taza de café que parecía más bien una declaración de guerra pasiva.

—Como podrán ver —dijo Isabella, girando hacia la pantalla—, los resultados de la fase 3 de la investigación clínica para el compuesto C73 son consistentes con los niveles esperados, el medicamento se está metabolizando adecuadamente sin daños ni efectos secundarios más allá de los esperados.

—¿Compuesto qué? —interrumpió Alex con la voz baja pero lo suficientemente audible para el equipo.

—¿C73 o de que piensas que hablo, de el código de tu wifi?

Ella hizo una pequeña pausa para hacer una respiración honda por la nariz.

—…Lo que indica que nuestro compuesto ya puede ser nombrado y puede pasar a la fase de revisión y aprobación regulatoria, siempre que los márgenes de riesgo no superen los niveles de tolerancia previamente establecidos en el protocolo de…

Isabella frunció el ceño. Algo en la pantalla no tenía sentido. Uno de los nombres de los inversionistas invitados aparecía junto a una fórmula química. ¿Qué…?

Leyó para sí misma pero lo suficientemente alto que todos escucharon— el señor… Lauric Acid… —hizo una pausa abrupta—. Digo, señor Laucier…

Un silencio recorrió la sala. En la esquina, Carla, su asistente, tosió para disimular una risa y Alex arqueó una ceja, conteniendo apenas una carcajada.

—Lauric Acid es un nombre muy… científico —comentó Alex, fingiendo tomar nota—.

—Fue una equivocación —replicó Isabella, entre dientes—. Algo que no entenderías, porque nunca estás tan concentrado como para mezclar las fórmulas con los planes administrativos.

Él levantó su taza de café.

—Touché, jefa.

La reunión continuó, pero la tensión ya no era solo por los gráficos. Cada propuesta de Alex era vetada por Isabella, y cada vez que ella refutaba el le recordaba de manera diplomática que ellos tenían una colaboración y no una dictadura.

—¿Por qué estamos usando una estructura liposomal cuando podemos utilizar una microemulsión autosuficiente? —preguntó Alex, señalando su presentación en su tablet—. Sería más eficiente, más estable… y más sexy.

—¿Sexy? —repitió Isabella.

—Claro. ¿Quién no quiere un medicamento sexy? Que diga: “Hola, puedo salvarte… pero también puedo estar en la portada de GQ.”

Un bufido se escapó del otro lado de la mesa. Isabella cerró los ojos un segundo y juntó los dedos como tratando de tranquilizarse por medio del yoga. Luego lo miró con la sonrisa más afilada que tenía.

—¿Me impresiona tu criterio científico, Duvall?

—Solo cuando estoy frente a ti, Morel.

Las palabras salieron antes de que él pudiera detenerse. Isabella parpadeó. Alex se arrepintió en el acto.

—Eso fue… inapropiado —añadió él, tratando de corregir.

—Y sumamente inútil —dijo ella, y girándose hacia el equipo de trabajo—. Para contestar a la pregunta del señor Duval de manera científicamente apropiada debo comenzar diciendo que según la mezcla de componentes y producto activo es más fácil de metabolizar para el ser humano con una estructura liposomal, cosa que el señor Duval sabría si hubieses estudiado los documentos que proximamente se entregarán a las agencias regulatorias para la aprobación del producto. Y segundo su compañía comenzó la colaboración de este producto ya entrados en la fase 1 de la investigación clínica donde los métodos ya estaban desarrollados y establecidos. ¿Alguien más tiene una idea que no implique un desfile de egos?

El ambiente se sentía tenso en la sala de juntas, nadie quiso comentar nada mas solo se escuchaban susurros y miradas curiosas por lo que acababa de ocurrir. La reunión terminó y Isabella recogió sus cosas con rapidez y se dirigió a la salida del salón sin esperar a nadie. Mientras iba a cruzar la puerta, su tacón quedó atorado en la alfombra.

—¡Ugh! —exclamó, tambaleándose hacia adelante.

Alex, que venía detrás, reaccionó rápido y la sostuvo del brazo justo antes de que cayera.

—Tranquila. No es necesario que te lances a mis brazos… todavía.

Isabella se soltó con brusquedad.

— Muy graciosos. Ya puedes soltarme. Le dijo de mala manera.

—No hay problema. Me mantengo cerca por si me necesitas nuevamente. Le dijo en un tono dulzón.

Ella giró enojada para irse, pero se detuvo y se acercó a su rostro solo para decir en una voz suave pero firme:

—La próxima vez que te burles de mi presentación, te cortaré lo que te hace ser hombre.

Alex abrió los ojos muy grandes y puso sus manos cruzadas delante de sus “joyas” como imaginando las posibilidades. En sus adentros sonrio aunque no se atrevió a continuar tentandola.

Y aunque no lo admitiría, Isabella sonrió satisfecha al alejarse hacia su oficina donde llegó Carla su vicepresidenta, mano derecha y mejor amiga. Ambas guardaban mucho más que una amistad, tenían una historia y un pasado compartido, secretos y complicidades. Juntas habían pasado por mucho y la vida las seguía poniendo a prueba…

uyyy. ¿Qué fue todo eso? ¿Por fin vas a aceptar que te gusta? dijo Carla

¡Claro que no! Alexander Duvall no es más que un patan arrogante.

Carla río por lo alto y salió de la oficina no sin antes decir; Claro! Recuerda, que no te haces más joven….

Isabella sabía lo que quería, y los hombres no estaban en su lista de prioridades. Claro, no era una santa pero los pocos amantes que había tenido eran solo una manera de “desestresarse” , solo encuentros casuales y muy discretos. Quería que la conocieran por sus éxitos laborales y no por escándalos amorosos.

A sus 35 años, nunca un hombre la había impresionado hasta que lo conoció a él. Lo vio por primera vez en un congreso en Inglaterra, sabía de él porque su empresa era la segunda mejor farmacéutica de su país, mientras ella lideraba desde hace 3 años la número uno. Siempre le había parecido guapo pero sangrón y mujeriego, siempre con algún escándalo con mujeres, nada que la impresionara hasta ese día que los presentaron. Al tenerlo de frente no solo le parecio mas guapo de lo que habia visto en revistas y periodicos, con ese cabello y ojos negros, alto fuerte, una perfecta cara cuadrada muy varonil. Cuando comenzaron a hablar de trabajo le pareció brillante alguien con quien valía la pena tener una conversación por horas sin aburrirse. Aunque pensó en él más de lo que hubiese querido, no volvió a saber de él hasta un año después cuando fue aprobada una colaboración con su empresa para sacar al mercado un nuevo medicamento.

No! No podía dejarse seducir de ese charlatán mujeriego! No iba a poner todo lo que había trabajado en riesgo por un hombre, ni siquiera por él…. o si?

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