MILA
Me quedo pegada a él, sintiendo cada latido de su corazón resonar contra mi sien. El calor de su cuerpo es reconfortante, casi hipnótico. El sol ha subido un poco, inundando el apartamento con una luz suave que hace que cada objeto, cada gesto, sea casi sagrado.
— Mila… murmura Nolan después de un largo silencio.
Levo la mirada hacia él, intrigada por este tono inusual, casi frágil.
— Sabes… tengo miedo.
La palabra me toca, ligera y grave a la vez. Espero, en silencio, dejándolo encontrar sus palabras.
— Miedo… de perderte, confiesa finalmente, su voz tiembla lo suficiente para que sienta la sinceridad detrás de cada sílaba. De lastimarte, o… que lo que siento por ti… sea demasiado.
Me estremezco, mis dedos buscan los suyos.
— Nolan… no tienes que tener miedo, susurro suavemente. Estoy aquí. Y quiero estar aquí.
Él sonríe, una sonrisa tímida, casi avergonzada, y sus dedos se entrelazan con los míos.
— Lo sé, pero… me has conmocionado, Mila. Totalmente. Y nunca he sentido esto ant