Despues de que Ethan se marcho, me duche y me dormi un rato más, cuando desperté tenia un dolorcito detrás de los ojos y con el recuerdo borroso de haber… oh, Dios. ¿Realmente me lancé encima de Ethan como si fuera el último vaso de agua del desierto?
Me tapé la cara con la almohada. Lo hice. Lo hice.
Y luego… él se fue. Ni un “quédate”, ni un “sigamos hablando”, ni un “volvamos a intentarlo”.
Nada.
Me levanté, Y en el sofa estaba su chaqueta —esa misma con la que me cubrió anoche— y cuando la olí, el corazón me dio un vuelco. Tenía su perfume. Y tenía la memoria de sus brazos. Y de cómo me besó… y de cómo luego se fue como si necesitara espacio para respirar.
A media mañana, mi celular vibró.
ETHAN: “Aunque me odies… te amo. Y gracias por lo que me diste esta mañana.”
“Esta tarde a las 2 regreso a Washington.”
“Socia, quedas a cargo… sé que lo harás excelente.”
Me senté en el borde de la cama.
“¿Gracias por lo que me diste esta mañana?”
¿Se refería a… eso? A como hicimos el amor?
A