La nieve caía como si el cielo quisiera cubrirlo todo con un silencio blanco, un silencio que dolía. Yo estaba allí, de pie, frente a una tumba. Que tenia una lápida con un nombre que no debía existir en ese contexto: Ethan Carter.

El mundo decía que estaba muerto.

Y yo… yo aún no encontraba cómo respirar.Elena decidio sepultarlo en Bostón para que estuviera serca de mi,justo al lado de la tumba de mi madre.

El viento quemaba mis mejillas, pero no tanto como la idea de que él no volvería a decir mi nombre con esa mezcla de incredulidad y ternura que siempre me hacía temblar. A mi lado, David mi padre, me tomó suavemente del hombro, como si su toque pudiera sostener lo que quedaba de mí. Y Elena… Elena estaba allí, erguida, inmóvil, con los ojos fijos en algún punto más allá de la lápida. Un punto que no veíamos, pero que ella insistía en mirar.

No lloraba.No gritaba. No negaba. Solo… estaba.

Yo creí que era el shock, pero después entendí que no. Era otra cosa, algo más profundo, alg