Mundo de ficçãoIniciar sessão(Diogo)
Entré en la cobertura con la sensación de que el pecho me iba a estallar. La rabia me dominaba y, sin pensar, agarré el primer jarrón que vi y lo lancé contra la pared. El estruendo resonó por todo el piso y los cristales se hicieron pedazos en el suelo, pero nada de eso bastó para aliviar la furia que me consumía.
—¡Mierda! —gruñí, llevándome las manos al pelo—. ¡Maldito seas, Enrique!
Mis pasos eran pesados, sin rumbo, como si quisiera aplastar el suelo. Sentía el sabor amargo de la derrota y el corazón latiéndome a toda prisa. Debería habérselo contado. Debería... ¿pero cómo demonios podía imaginar que Mádila era prima de Alice?







