Me reí un poco, sacudiendo la cabeza.
—¡Niña... una pregunta a la vez, por favor!
—Tengo ganas de verte, ¿qué? ¡Quiero saber de todo!
—Bueno... Rafael y Diogo son mis amigos. Solo eso, de verdad. Me gustan, son importantes para mí, pero no pasa nada más allá de eso.
—Hmm, ya veo... ¿y el desgraciado?
Suspiré, apretando el vaso en la mano. Miré a Gabriel, que jugaba con un carrito de juguete, los ojitos brillando de alegría. Después volví hacia ella.
—Desafortunadamente... ya vi a Alessandro algunas veces.
—¿Y? ¿Sentiste algo además de rabia?
—Creo que sí... pero no sé si fue sentimiento. Tal vez ansiedad, ¿sabes? Hacía mucho tiempo que no lo veía. Me dio algo extraño, como un frío en el estómago, mezclado con rabia, decepción, miedo... todo junto.
Me miró, seria por un segundo.
—¿Le contaste sobre Gabriel?
Moví la cabeza despacio.
—No. Pero... creo que está sospechando. Me preguntó si Gabriel era hijo suyo...
—¿Y lo negaste, verdad?
—Sí. Y aun ahora... me quedo paralizada