En estos tres años, traje a Chiara a vivir aquí conmigo pensando que, no sé, las cosas iban a volver a ser como antes. Pero no volvieron. Y ahora comenzaba a aceptar que tal vez nunca fueran a volver.
Chiara... ya no era la chica que conocí en la adolescencia.
Intenté. Dios sabe cuánto intenté. Traté de entregarme de verdad, traté de hacer que funcionara entre nosotros. Traté de hacer el amor con ella como antes... pero era diferente. No estaba bien.
Llegué hasta a dudar de mí mismo. Pensé que el problema era conmigo. Programé cita, me hice examen tras examen... todo normal.
Para sacar la duda, me forcé a estar con otra mujer, aunque odiara engañar. Pero necesitaba saber.
Y no sentí nada. Ningún placer, ninguna conexión.
La verdad era que mi cuerpo no había olvidado lo que era estar con la mujer que realmente amaba.
Suspiré, cerrando los ojos. Chiara no merecía un hombre así, roto, atado a alguien que ya ni estaba aquí.
Pero yo también... no merecía seguir viviendo una mentira.