(Alessandro)
Miré los papeles esparcidos frente a mí, pero mi cabeza... era un completo desastre. Leía y releía el mismo párrafo desde hace casi media hora y simplemente no absorbía nada.
La noche anterior todavía me molestaba. Había tratado de conversar con Chiara —otra vez— sobre la muerte de su ex esposo, pero como siempre, cambió de tema, se rio, desvió, y me quedé ahí, hablando con las paredes.
Respiré profundo, recostándome en la silla. Desde que Larissa desapareció de mi vida, todo se había ido cuesta abajo. Primero, la empresa, que pasó por esa maldita turbulencia.
Después, mi abuelo, que se enfermó tan pronto supo que Larissa se había ido sin siquiera despedirse. Nunca me perdonó por eso... ¿Y mi abuela? Esa me trataba como a un extraño desde entonces. No aceptaba a Chiara de ninguna manera, ni se molestaba en esconder el disgusto.
Los almuerzos dominicales, las tardes charlando en la terraza... todo había terminado junto con Larissa.
Y como si no bastara, hubo el accide