80. Ojos brillantes
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Eva
Estaba sentada junto al fuego del altar sagrado, aun sintiendo cómo la voz de Nymeria reverberaba en mi pecho como un eco ancestral. Escarlata y Fiorella me miraban sin decir nada al principio. Sabían que algo había despertado… lo sentían en el aire, en la forma en que mis ojos brillaban plateados, como si la luna misma me observara desde adentro.
—Ella habló, ¿verdad? —preguntó Escarlata, con la voz suave y respetuosa.
Asentí lentamente.
—No es solo mi loba. Es Nymeria… la primera hija de la Diosa Selene.
Fiorella soltó un suspiro reverente, y sus ojos se humedecieron con emoción.
—Esto no pasa en milenios —dijo ella, con voz ronca—. ¿Qué te dijo?
Respiré hondo, recogiendo cada palabra como si fuera un fragmento sagrado del universo.
—Ella… se enamoró de Cerverus hace más de quince mil años. Lo protegió… y él la salvó de Hades. Él fue castigado por eso. Y antes de que todo se perdiera, Nymeria huyó al mundo humano en forma de loba y unió su alma a un hombre bueno. De esa unión